Pues como últimamente estoy muy vago y poco a poco iba dejando pasar el post del Expocomic. Tenía intención de escribirlo, incluso tenía un borrador hecho, pero cada vez estaba más lejos en el tiempo y... Hasta que un fanzinero no hizo más que insistir una y otra vez por twitter de que quería ver este post, así que, ¡aquí lo tienes maldito! No compréis jamás su fanzine, ¡bajároslo de gratis! ¡Piratería a tope!
Evidentemente no es lo mismo hacer este post recién llegado del salón que dos meses más tarde, donde ya es un recuerdo algo lejano. Voy a aprovechar esa distancia para reflexionar un poco sobre este tipo de eventos más que hacer una crónica de lo que ocurrió allí, que pensándolo bien tampoco hay gran cosa que contar aparte de lo que se cuenta todos los años. Todo sigue igual, pero con un cambio importante: el local.
Imaginaros un club de fútbol cualquiera, grande, pequeño, de vuestro pueblo, de un país lejano, de donde sea. El estadio se le ha quedado pequeño, viejo y anticuado. Podría acudir mucha más publico, podría tener unas instalaciones más modernas y podría sacarse unas buenas perras con la venta de entradas. Consiguen el dinero como sea, construyen el nuevo estadio y todo el mundo esta encantado. Cabe mucha más gente, las butacas son comodísimas, hay más puestos de comida para los descansos, ¡ha sido una gran mejora! Pero el equipo que esta ahí abajo, en el recién estrenado de juego sigue siendo el mismo. El que pierde como siempre, o el que gana títulos como nadie. Da igual que el estadio haya mejorado una barbaridad, o se dejan la piel en el juego o ya podemos tener sitio para cien mil espectadores que no vamos a llenar ni la cuarta parte.
Y eso es exactamente lo que le pasa a este Expocomic. El cambio de local ha sido todo un acierto y una gran mejora. Yo llevo pidiéndolo muchos años y estoy encantado con lo cómodo que me he sentido en el palacio de Cristal, con menos agobios, con más amplitud entre stands y con un ambiente más relajado. Pero el Expocomic sigue siendo lo mismo año tras año y tras año. Que ha mejorado con respecto al año anterior, pues sí, ha mejorado un poco más, pero poco más. Quizá dentro de diez o quince años sea la megahostia, pero ahora con un "Progresa adecuadamente" va sobrado.
El problema es que el párrafo anterior se puede aplicar prácticamente a todos los salones que se celebran en nuestro país. Se recogen las experiencias del año anterior, se centra en mejorar los puntos débiles y a tirar otro año más. Y claro, la experiencia es un grado y organizar salones año tras año hace que te salga cada vez mejor, pero eso me parece una actitud bastante conformista. El problema es que, y esto lo veo con mis propios ojos, los organizadores están hasta arriba de curro, más todo el que habrán hecho antes de empezar el evento. Los que hay no dan para más y hacen todo lo que pueden. No se puede exigir mucho más a aquel que se esfuerza al máximo, pero no por ello tiene que gustarme. Los salones de nuestro país, en general, son muy justitos, muy poca cosa, muchos puestos de venta y poca chicha. Aunque si esto solo fuera un problema de que nos faltan organizadores, seria un problema de muy fácil solución, pero es que hay otro problema mucho mayor, el constante meter el dedo en ojo ajeno o la puñalada trapera.
Cuando las tiendas o las editoriales venden directamente en los salones hay un intermediario que desaparece: la distribuidora. Son las que menos tienen que trincar en este tipo de eventos y normalmente solo mandan algún representante para hacer negocios aprovechando que hay muchos de sus clientes juntos (y alguna distribuidora a veces tiene stand, pero son las menos). Así que si hay un salón y yo no pillo tajada... ¡algo tendré que inventarme para fomentar mi negocio! Y ese algo es montar una jornada paralela de cómic en una cadena de tiendas que se dedica a comprarte stock como unos descosidos. Así que justo cuando esta el salón celebrándose, te coges a todos los autores que están allí y te los llevas a una sesión de firmas a esa gran librería a granel. Los arrejuntas a todos y a firmar como locos, da igual si están incómodos o no (que lo están), que hay que intentar que la gente compre todo lo que pueda en el menor tiempo posible. Y por si eso fuera poco, este año hasta han montado mesas redondas y todo. Es decir, que tenemos un salón que se celebra una sola vez al año y justo el mismo fin de semana unas jornadas comiqueras a varios kilómetros de allí. Es como si el día que se juega la final de la Champion se jugara la final de la Copa del Rey en otro estadio de la misma ciudad... ¡seria de locos! Pero así nos va, cada uno se mira a su propio ombligo y a luchar contra todos. Este debe ser el único negocio donde los intermediarios se ríen de sus clientes y de sus proveedores. Pero no pasa nada, estamos acostumbrados.
Así que el Expocomic, bien, no estuvo mal, yo pase un buen rato, me gusto y volveré a ir el año que viene. Pero no hay mucho más que contar una vez pasado tanto tiempo, porque tampoco paso mucho más. Ah, y cuidaros de los fanzineros, son gente malvada.